De un día para otra, la vida nos cambió. Nos encerramos por un tiempo sin pensar que la vida con cubrebocas formaría parte de nuestra nueva normalidad. La psicóloga Ixchel Amezcua Zuñiga nos habló de cómo sobreponernos a las adversidades
POR IRBIN R. FLORES PALOMINO
MÉRIDA (Marzo 13, 2021).– Hace un año, el mundo se detuvo cuando se dio a conocer el primer caso de Covid-19 en Yucatán. Todos nos fuimos a nuestras casas con la idea, de que en algún momento regresaríamos a lo que meses después llamaríamos la vieja normalidad. Desde nuestros cuatro paredes aprendimos a vivir de nuevo, en otros casos a empezar a vivir.
Las semanas transcurrían. Nos adaptábamos al teletrabajo, a lidiar con los deberes de la casa, la convivencia con la familia y las solteras o los solteros, a “disfrutar” de su condición.
Las horas se hicieron eternas. Buscamos la salida en las series por cualquiera de las plataformas de streaming, la música se convirtió en un refugio pensado, como dice la diva Yuri, “siempre vendrán tiempos mejores” y que seguimos esperando desde el 2000.
Pero no nos engañemos. Conforme las canciones avanzaban en la lista de reproducción, las emociones cambiaban y la frustración nos carcomió cuando supiste que tu festival favorito, por el que esperas todo un año, se cancelaba, al igual que muchos conciertos, eventos deportivos y culturales que no tendrán fecha de reposición.
Así como los espacios de ocio, entretenimiento y establecimientos cerraban, algunos amigos, vecinos o familiares se quedaban sin trabajo. Muchos tuvieron que empezar de cero y en el peor de los escenarios.
Otros vieron a mucha gente caer ante el virus o irse de este plano terrenal. No hubo canción, por muy buena que sea, que te diera esa paz y tranquilidad que en ocasiones conseguías con tan solo escuchar los primeros acordes.
Los días pasaban. Conocíamos más de nosotros, descubríamos nuevas habilidades, mientras nos dábamos cuenta de los daños en la casa. A nuestro vocabulario se integraban nuevas palabras como barbijo, desinfectar, confinamiento y “resiliencia” o “resilencia”. Sobre todo, la última, que nos dictó la agenda del 2020 y forma parte del 2021.
La resiliencia
Resiliencia, según la Real Academia de la Lengua Española, es la grafía más adecuada. La palabra proviene del inglés resilience, y este derivado del latín resiliens, -entis.
Vamos, qué aquí no son clases de Etimologías, que para eso tengo una amiga personal que es muy buena en ello.
Y más ñoñerías. De acuerdo con una nota de prensa de la REA, publicada el 7 de abril de 2020, resiliencia junto con pandemia, cuarentena, confinar, epidemia, virus, triaje o cuidar fueron algunas de las palabras más buscadas en el Diccionario de la Lengua Española (DLE).
Resiliencia, según el DLE, es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.
Aunque maneja una segunda acepción como la siguiente: “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”.
Sobreponerse a las adversidades
Para la psicóloga clínica Ixchel Amezcua Zuñiga, la resiliencia es una propiedad que tienen los metales para expandirse y volver a su estado normal. “Se empezó a observar y buscar que los seres humanos tuvieran esta capacidad de vivir adversidades, problemas, traumas o situaciones complejas como la pandemia y sobreponerse a esto”, explicó.
–Durante 2020 escuchamos la importancia de ser resilientes. ¿Cómo se logra esto?
–No es algo que se aprende así no más. Hay factores protectores de la resiliencia que se dan en la infancia. Los niños que fueron cuidados, apoyados, alimentados, abrazados y cuyos padres le enseñaron con el ejemplo y las palabras a como reponerse y, lo más importante, estuvieron con ellos en su crecimiento y presencia desde el embarazo y los primeros años de vida, esto es un factor protector para la resiliencia.
De alguna manera, todos tenemos mayor o menor capacidad de ser resilientes, afirmó la experta en salud mental infantil. “Y cuando ya estamos viviendo hechos como la actual pandemia del Covid, lo que nos lleva a que seamos unas personas más resilientes que otras son los factores protectores. Esto no quiere decir que no podamos adaptarnos y tampoco quiere decir que si nuestros papás no estuvieron para apoyarnos no tengamos la capacidad de ser resilientes”, añadió.
En el camino podemos encontrar tutores de resiliencia, es decir, “todas esas personas como maestros, párrocos, los scouts, tíos, padrinos, esa gente que estuvo cerca de los adultos jóvenes que los ayudaron a sobreponerse de los problemas que tenía.
–¿Qué características tiene una persona resiliente?
–Tiene la capacidad de pasar por un trauma, un proceso difícil y que puede sobreponerse. No sólo, es decir: “Chirrín y estoy bien”. No. Son personas capaces de aprender algo de lo que vive, llevárselo y hacer un cambio, que al sobreponerse a las circunstancias sepa que las cosas ya no serán las mismas que en el pasado y de alguna forma ya no esté enganchado y pegado al pasado y pueda crear nuevas herramientas y estrategias para esta nueva realidad, nueva vida.
–¿Qué recomiendas para empezar a practicar la resiliencia?
–Lo primero para hacer, es reconocer lo complicado del 2020 fue un año difícil porque me quedé sin trabajo, alguien cercano falleció o se enfermó, estuvimos encerrados y no la pasamos muy bien por muchas cuestiones. Una vez que hayamos expresado todas las complicaciones ya vividas, individual y mundialmente, hay que darle un sentido a lo que pasó. No justificarlas, sino tomar lo que nos ha dejado la pandemia y continuar con una nueva narrativa que te van a llevar a vivir, por lo que queda del año, mejor. Entendiendo lo que pasó y empezar a practicar los cambios.
–¿Por qué es importante empezar a practicar la resiliencia?
–Si algo hemos aprendido en este año, es que nos hemos encerrado en nuestras casas y con nuestras emociones. Nos obligó a enfrentarnos a situaciones emocionales que, si somos los mismos, para los siguientes años no podremos construir una mejor persona ni una mejor vida.
En el contexto de la vida cotidiana, el uso de las mascarillas y las medidas de bioseguridad continuarán por un año más, externó la maestra en Psicología Gestalt infantil. “Tenemos que ser resilientes, aprender, ver y construir una nueva narrativa a nuestra vida porque lo que vivimos tiene que construirnos de mejor forma como seres humanos, hacia el cuidado de la naturaleza, de nuestros hijos, aprovechar el tiempo con nuestra familia y viejitos que ya hemos visto que se nos van en cualquier instante”, opinó.
“Es importante saber, qué tal vez la vida no sea como antes. No nos quedemos con la cuestión social de vivir sin los bares, los restaurantes. No. Quiero pensar que la vida será distinta porque hemos aprendido, emocionalmente, a valorar, ver y experimentar lo verdaderamente importante que tenemos”, precisó.
Con respecto a los entrenadores de resiliencia, estos pueden personas cercanas que te hacen ver la vida con una perspectiva diferente.
En caso de ser el tutor de resiliencia es importante “estar para esas personas y darle un espacio para que construyan esa narrativa interior y hacerles saber que estarán presentes para cuándo quieran hablar de lo difícil que ha sido este año, se pueda exteriorizar para darle un sentido a la vida después de esto”.
Sin embargo, cuando la situación se crea demasiado compleja y se crea ya poder con ella, hay que acercarse al psicoterapeuta. “Es importante estar acompañados de expertos que nos lleven de la mano a superar lo que estamos viviendo, que no es fácil, pero en lo individual tiene una dificultad diferente”, concluyó.